Literatura Española del Siglo XVII

02.- POESÍA BARROCA

TEMAS E IDEAS FUNDAMENTALES

2.12.- GARCILASO

La poesía renacentista de Garcilaso es un referente y un modelo para todos los poetas barrocos, que le hacen homenajes frecuentes con versiones de temas y recursos procedentes de sus obras. No olvides que los poetas del primer Barroco de educan en el Renacimiento. Te pongo a continuación algunos ejemplos:

A) MITO

La presencia de los mitos evoca una y otra vez a Garcilaso, aunque su tratamiento difiera más o menos. Recuerda que en la 3ª Égloga Garcilaso describía la muerte de Adonis, bordada por la ninfa Climene (estrofa 22 y ss.); a este tema vuelve, por ejemplo, Francisco López de Zárate, como ya has visto. Abajo tienes el texto de Garcilaso y el de Zárate para que puedas compararlos:

José de Ribera: Venus y Adonis (1637)

 

GARCILASO

3ª ÉGLOGA (estrofas 22-4)

Climene, llena de destreza y maña,
el oro y las colores matizando
iba, de hayas una gran montaña,
de robles y de peñas variando;
un puerco entre ellas de braveza extraña,
estaba los colmillos aguzando
contra un mozo; no menos animoso,
con su venablo en mano, que hermoso.

Tras esto el puerco allí se vía herido
de aquel mancebo por su mal valiente,
y el mozo en tierra estaba ya tendido,
abierto el pecho del rabioso diente;
con el cabello de oro desparcido
barriendo el suelo miserablemente,
las rosas blancas por alí sembradas
tornaba con su sangre coloradas.

Adonis este se mostraba que era,
según se muestra Venus dolorida,
que viendo la herida abierta y fiera,
estaba sobre él casi amortecida.
Boca con boca coge la postrera
parte del aire que solía dar vida
al cuerpo, por quien ella en este suelo
aborrecido tuvo al alto cielo.

FRANCISCO LOPEZ DE ZARATE (1580-1658)

A LA MUERTE DE ADONIS (1651)


Rosas deshojadas vierte
a un valle, que las recoge
el más venturoso amante

y el más desdichado joven.

Con su propria sangre infunde
lo aromático a las flores;
tanto, que, della animadas,
cada flor es un Adonis.

Robusta fiera ejecuta
la voluntad de los dioses,
invidia de su ventura
y escarmiento de los hombres.

Rayos fulmina su boca,
asolación de los robles,
castigo indigno de un dios
en un delito tan noble.

"¡Ay, fiera enemiga,
dice, que lazo tan dulce rompes!
Si amor por culpa castigas,
a Júpiter no perdones."

Cayó, en fin, en tierra, dando
últimas respiraciones:
cuerpo hermoso, que viviendo
era deidad de los montes.

Cuando, por oculta senda,
apresurada a las voces,
muerta de amores venía
la diosa de los amores.

De transparente cristal
el pie en el arena pone,
desnudo: que sólo en sí
pudo hallar de que se adorne.

Entre sierpes de coral,
que, a darle la nueva, corren,
la imagen que más adora,
profanada, desconoce.

De sus ansias advertida,
curso y aliento interrompe,
y para poder llegar
de la duda se socorre.

Pendiente de sí le mira
y luego que reconoce,
toda la deidad abate,
claveles juntando a soles.

En el ocaso los halla,
cargados de larga noche;
y donde ante frescas rosas,
ya cárdenos lilios coge. [...]

 

B) MOTIVOS

El estribillo de la primera égloga: "salid sin duelo, lágrimas, corriendo" (v.70) , procedente a su vez de Garci Sánchez de Badajoz (un poeta de cancionero del siglo XV), parece estar detrás de un soneto de Francisco Manuel de Melo:

 

FRANCISCO MANUEL DE MELO (1608-1666)

CON SUS LÁGRIMAS

¿De qué servis, mis lágrimas ociosas
dentro del corazón? Salid corriendo;
pero no, que os dirán que vais huyendo
de padecer sus riesgos temerosas.

Mas también si os quedáis, de lastimosas
con el alma callando y padeciendo,
¿quién os escapará de iros perdiendo,
pues sobre ser fieles sois piadosas?

Peregrinad desde el corazón luego
a los ojos,
y dellos a la fama
tras de aquel bien que para perder visteis.

Sed, si mérito no, víctima al ruego;
mostraréis a la causa que os derrama.
Lloradas sois las que calladas fuisteis.

Y el tema del ruiseñor que aparece en el segundo monólogo de la primera égloga (v. 324 y ss.) se multiplica en manos barrocas con mejor o peor fortuna. Aquí tienes el texto de Garcilaso, las afortunadas versiones de Lope de Vega y Pedro de Medina Medinilla y la no tan afortunada de Villegas:

 

GARCILASO

ÉGLOGA 1ª.

 

Nemoroso

¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
cuando en aqueste valle al fresco viento
andábamos cogiendo tiernas flores,
que había de ver con largo apartamiento
venir el triste y solitario día
que diese amargo fin a mis amores?
(v.282-7)

Cual suele el ruiseñor con triste canto
quejarse, entre las hojas escondido,
del duro labrador que cautamente
le despojó su caro y dulce nido
de los tiernos hijuelos entretanto
que del amado ramo estaba ausente,
y aquel dolor que siente,
con diferencia tanta
por la dulce garganta
despide que a su canto el aire suena,
y la callada noche no refrena
su lamentable oficio y sus querellas,
trayendo de su pena
el cielo por testigo y las estrellas:
desta manera suelto yo la rienda
a mi dolor y ansí me quejo en vano
de la dureza de la muerte airada
. (v.324-340)

PEDRO MEDINA MEDINILLA (+ a. de 1621)

ÉGLOGA EN LA MUERTE (1594) DE DOÑA ISABEL DE URBINA [fragmento]

Belardo

[…] Ya no saca mi honda al lobo fiero
el hurto de los dientes, ya no estampo
mis dichas en los olmos que solía,
ya no soy hombre, ni aun zagal entero,
ya te llamo en el monte, ya en el campo,
y otra voz me responde todo el día.
Si digo: —Elisa mía,
¿adonde está mi vida?
De allá me dicen: —"Ida."
Yo en tanto mal, para vivir cobarde,
la muerte juzgo para luego tarde;
y así, mi Elisa, en tanto desconsuelo
no tengo bien que aguarde
sino sólo pedir mi muerte al cielo.[…]

Yo me era un pajarillo prisionero
que hice en monte ajeno el nido vano,
del azor en mis vegas perseguido;
mas asechado allá del pastor fiero
prendió con dura percha y cruda mano
de mi querida alondra el cuello y nido;
y yo, al caso venido,
la vi al lazo rendida,
en el surco tendida,
alrededor las plumas polvorosas,
fieras señales de la lucha odiosas,
cual deja el cierzo al olmo deshojado
o como están las rosas
que el niño pisa cuando está enojado.
[…]

LOPE DE VEGA

SERRANA HERMOSA [Micaela Luján, Camila Lucinda]

[...] Ya pues que el alma y la ciudad dejaba,
y no se oía del famoso río
el claro son con que sus muros lava,

"Adiós, dije mil veces, dueño mío,
hasta que a verme en tu ribera vuelva,
de quien tan tiernamente me desvío."

No suele el ruiseñor en verde selva
llorar el nido, de uno en otro ramo
de florido arrayán y madreselva,

con más doliente voz que yo te llamo,
ausente de mis dulces pajarillos, [Tuvo con ella 5 hijos]
por quien en llanto el corazón derramo;

ni brama, si le quitan sus novillos,
con más dolor la vaca, atravesando
los campos de agostados amarillos;

ni con arrullo más lloroso y blando
la tórtola se queja, prenda mía,
que yo me estoy de mi dolor quejando.[…]

ESTEBAN MANUEL DE VILLEGAS (1589-1669)

CANTILENA VII: DE UN PAJARILLO

Yo vi sobre un tomillo
quejarse un pajarillo,
viendo su nido amado,
de quien era caudillo,
de un labrador robado.
Vile tan congojado
por tal atrevimiento
dar mil quejas al viento,
para que al cielo santo
lleve su tierno llanto,
lleve su triste acento.
Ya con triste armonía,
esforzando el intento,
mil quejas repitía;
ya cansado callaba,
y al nuevo sentimiento
ya sonoro volvía;
ya circular volaba,
ya rastrero corría;
ya, pues, de rama en rama,
al rústico seguía,
y saltando en la grama,
parece que decía:
"Dame, rústico fiero,
mi dulce compañía";
y a mí que respondía
el rústico: "No quiero."