Literatura Española del Siglo XVII

 

LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE (1561-1627)

1.- Fábula de Polifemo y Galatea

1.2.1.- Textos y enlaces complementarios para el comentario del Polifemo

a) Dedicatoria

Primera égloga de Garcilaso (3 estancias, 42 versos / Góngora: 3 octavas, 24 versos)

Al virrey de Nápoles

El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de cantar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,
de pacer olvidadas, escuchando.
Tú, que ganaste obrando
un nombre en todo el mundo
y un grado sin segundo,
agora estés atento sólo y dado
al ínclito gobierno del estado
albano, agora vuelto a la otra parte,
resplandeciente, armado,
representando en tierra el fiero Marte;

agora, de cuidados enojosos
y de negocios libre, por ventura
andes a caza, el monte fatigando
en ardiente ginete que apresura
el curso tras los ciervos temerosos,
que en vano su morir van dilatando:
espera, que en tornando
a ser restitüido
al ocio ya perdido,
luego verás ejercitar mi pluma
por la infinita, innumerable suma
de tus virtudes y famosas obras,
antes que me consuma,
faltando a ti, que a todo el mundo sobras.

En tanto que este tiempo que adevino
viene a sacarme de la deuda un día
que se debe a tu fama y a tu gloria
(qu’es deuda general, no sólo mía,
mas de cualquier ingenio peregrino
que celebra lo digno de memoria),
el árbol de victoria [laurel]
que ciñe estrechamente
tu gloriosa frente
dé lugar a la hiedra que se planta
debajo de tu sombra y se levanta
poco a poco, arrimada a tus loores;
y en cuanto esto se canta,
escucha tú el cantar de mis pastores.

b) Invocación a Talía:

Fábula de Apolo y Dafne de Salvador Jacinto Polo de Medina (1634)

Cantar de Apolo y Dafne los amores,
sin más ni más, me vino al pensamiento.
Con licencia de ustedes, va de cuento.
¡Vaya de historia, pues, y hablemos culto!;
pero ¿cómo los versos dificulto?,
¿como la vena mía se resiste?,
¡qué linda bobería!,
pues a fe que si invoco mi Talía
que no le dé ventaja al más pintado.
Ya con ella encontré, mi Dios loado.

Señora doña Musa, mi señora,
sópleme vuesasted muy bien ahora;
que su favor invoco
para hacer esta copla;
y mire vuesasted cómo me sopla.

Fábula de Hermafrodito y Salmacis de Antonio Solís y Rivadeneira (ed. 1692)

Hablando con perdón, yo tengo gana
(vergonzoso lo digo) de hacer versos,
obscuros no, sí cándidos y tersos;
no a barrancoso pie, sí a pata llana,
y así, sin más ni más, la venia invoco,
y una vez que me cabe, entrarme a loco.
A Hermafrodito canto, necio empeño,
porque este canto es piedra en que tropiezo;
que todos hacen cantos y entre tantos
es cualquiera poeta un echa cantos.
Y así, sin gargantear, digo que debo
el acordarme deste asunto nuevo
al gran poeta Ovidio,
a quien no lo Nasón, lo culto envidio;

que, dejando el refrán, villa por villa,
Nasones por Nasones, yo en Castilla.
A Hermafrodito, pues, con lindo aliento
diré, tomando el pulso a mi instrumento,
si me inspira; mas qué feliz sería
si pudiese empezarlo sin Talía,
que es musa que se usa y no se excusa
y siempre en los principios esta musa
se mete, y es con término perverso,
pecado original de todo verso.

 

c) La cueva de Polifemo

Orfeo de Juan de Jaúregui (Canto II, 1624)

En la fragosa Ténaro, que inunda
el Lacónico ponto, en sitio incierto,
[en Lacedemonia, Grecia]
rudo taladro de canal profunda
rompe el terreno cavernoso y yerto.
Intonsa breña con horror circunda
el rasgado peñón, y esconde abierto
cóncavo
tal, que a la tartárea estanza
por las entrañas del abismo alcanza. [entrada al infierno]