MASTER EN LITERATURA COMPARADA EUROPEA

El cuento europeo y España

01.- Pedro Alfonso, el primer español autor de cuentos "europeo".

La disciplina clericalis en Europa
 

Cuento II.- El amigo íntegro

00.- Textos clásicos

00.1.a.- Giges (Cicerón: Los oficios)

(El rey Candaules: Jean León Gerome, 1859)

[En esta versión se prescinde de la historia de amistad imprudente que aparece en Herodoto]

Cap.VIII
[...]Porque ven los hombres los provechos de las cosas con sus errados juicios, y no ven el castigo, no ya de las leyes, que muchas veces quebrantan, sino de su propia torpeza, que aún es más cruel. Por lo cual deben ser excluidos del comercio de los demás, como impíos y perversos, todos aquellos que se paran a deliberar si seguirán el camino de lo bueno o aquel que saben los conduce a lo malo; pues en el mismo dudar hay ya delito, aun cuando no lleguen al efecto. Y así, nunca deberemos pararnos en aquellas cosas en que la misma deliberación es pecado, y además se ha de apartar de todas las deliberaciones cualquiera esperanza u opinión de ocultar la obra mala. Porque debemos estar en la firme inteligencia (si algún progreso hemos hecho en la filosofía) que no es lícito obrar cosa alguna con avaricia, con liviandad, con injusticia ni incontinencia, aun cuando pudiéramos ocultarlo de los dioses y de los hombres.

CAPÍTULO IX.- Nunca se ha de obrar mal, aunque nadie lo pueda ver ni sospechar
A este propósito introduce muy bien Platón a aquel famoso Giges,que habiéndose hecho grandes aberturas en la tierra por las continuas lluvias, se entró por una hondonada, y vio (según dice la fábula) un caballo de bronce con unas ventanas en los lados. El las abrió y advirtió que había dentro un cadáver de extraordinaria grandeza, con un anillo de oro en un dedo; quitósele, y se le puso él; lo cual hecho se volvió a la majada con los demás pastores, pues él guardaba los ganados del rey. Allí notó que cuando volvía la piedra del anillo hacia la palma de la mano, sin ser visto de nadie, el veía y registraba todo; y que volviendo a su lugar el anillo, volvía él también a ser visto de los demás. Así que, valiéndose de este secreto del anillo, penetró hasta el tálamo de la reina; y ayudado de ella, dio muerte al rey su señor, quitó del medio a los que le pareció le habían de estorbar sus intentos, y ejecutó todo esto sin haber sido nunca visto de persona alguna; y así de repente vino a ser rey de Lidia por beneficio del anillo. Si este mismo anillo se pusiera en manos de un sabio, no creería que le era lícito obrar mal, más que si no le tuviera. Porque los hombres de bien aman las cosas honestas, pero no las oscuras ni ocultas.
Pero algunos filósofos, no tanto por malicia como por poca sutileza, reprenden a Platón en este lugar, diciendo que este cuento es una fábula inventada a su gusto, como si él defendiera que sucedió así, ni que pudo suceder. Toda la fuerza de este ejemplo y, por decirlo así, el alma del anillo es: si no hubiera de saber persona humana, ni aun sospechar siquiera, la acción que te interesa en riquezas, o en poder, o en dominio, o liviandad, y habiendo de estar oculta siempre a los hombres y a los dioses, ¿la ejecutarías? Dicen que no puede suceder un caso semejante, aunque pueden muy bien. Pero pregunto: si lo que tienen por imposible pudiera darse, ¿qué harían? Mas ellos porfían neciamente que no puede ser y se cierran en ello;[...]